SÁBADO 30 DE JULIO DE 2011
Coordinadores: Laura Chazarreta, José Giménez y Silvana Alzogaray.
A diferencia de la salida anterior, pudimos dejar los barbijos y las capuchas ya el viento permaneció quieto y no nos impactó con las cenizas, ni la lluvia nos empapó. Apenas una brisa se hizo sentir con un sol tibio a pesar de los 0º C.
Partimos del hipódromo, cerca de la casa de José, quien amablemente permitió que su vereda se convirtiera en una gran playa de estacionamiento para nuestros autos. Se conformó un grupo muy diverso, todos con ganas de caminar y observar aves. Tres voluntarios se ofrecieron a realizar el listado de los avistajes.
Los Cóndores y Hualas o Macá Grande marcaron un inicio emocionante. Pudimos observar cómo el Cóndor aletea cuando las corrientes térmicas no le son favorables. También cronometramos la zambullida de los Hualas (3 individuos) en 35 y 40 segundos.
Las Cachañas, en bandadas ruidosas pasaron por arriba bien alto, pero se dejaron escuchar sin problemas. En un bosquecito de arrayanes vimos y escuchamos al Peutrén, avecita que baja del bosque en el invierno. También andaban por allí el Diucón y los Zorzales Patagónicos. El bosteo de los Cauquenes, sobre el pasto ceniciento, denunciaba su presencia por el lugar.
Una bandada de al menos cinco Rayaditos y de un Cachudito Pico Negro nos esperaban en la playa. Allí nos comentó Laura acerca de cómo algunos Tiránidos aprovechan las larvas que habitan en los árboles para suplantar la falta de insectos voladores en la estación fría y nos amplió más datos por mail:
Partimos del hipódromo, cerca de la casa de José, quien amablemente permitió que su vereda se convirtiera en una gran playa de estacionamiento para nuestros autos. Se conformó un grupo muy diverso, todos con ganas de caminar y observar aves. Tres voluntarios se ofrecieron a realizar el listado de los avistajes.
Los Cóndores y Hualas o Macá Grande marcaron un inicio emocionante. Pudimos observar cómo el Cóndor aletea cuando las corrientes térmicas no le son favorables. También cronometramos la zambullida de los Hualas (3 individuos) en 35 y 40 segundos.
Las Cachañas, en bandadas ruidosas pasaron por arriba bien alto, pero se dejaron escuchar sin problemas. En un bosquecito de arrayanes vimos y escuchamos al Peutrén, avecita que baja del bosque en el invierno. También andaban por allí el Diucón y los Zorzales Patagónicos. El bosteo de los Cauquenes, sobre el pasto ceniciento, denunciaba su presencia por el lugar.
Una bandada de al menos cinco Rayaditos y de un Cachudito Pico Negro nos esperaban en la playa. Allí nos comentó Laura acerca de cómo algunos Tiránidos aprovechan las larvas que habitan en los árboles para suplantar la falta de insectos voladores en la estación fría y nos amplió más datos por mail:
“En general se menciona en la bibliografía el consumo de larvas (frecuentementeRecordemos que ella nos pidió estar atentos y mirar, como tarea para el hogar, qué aves se acercan a los abedules y qué conductas pueden observarse: si se posan, si comen, si cazan algún insecto, etc.
de lepidópteros, polillas y mariposas) por parte de aves passeriformes
(tiránidos y furnáridos entre otros). Si bien yo no tengo observaciones directas
se me ocurre que si ven a las aves merodeando los troncos u hojas de los árboles
es probablemente porque estén consumiendo estas presas. Las larvas pueden
encontrarlas en el follaje o en los troncos. En este último caso, para que las
aves puedan acceder a las larvas tiene que haber huecos previos en la madera
(naturales o de carpinteros) ya que sabemos que los passeriformes no excavan la
madera, salvo el Picolezna. En el caso del Rayadito por ejemplo, o cualquier
otro con comportamiento similar, al levantar la corteza de los troncos pueden
encontrarse con larvas o incluso otros artrópodos como arañas.
En Chile se menciona el consumo de una larva de polilla (que consume brotes de pino) por parte del Cabecitanegra Austral. Los ciclos de vida de muchas de estas especies
de polillas u otros insectos son extensos y a veces superan el año. Esto le
permite a las aves cierta disponibilidad de alimento en los meses de invierno”.
A lo lejos voló un Biguá y dos hombres pescadores bastante alocados, mosqueando y metidos en el lago nos hicieron pensar: “Hay que estar locos para salir en un día así solo para ver si pescan algo…” a lo que respondimos casi inmediatamente: “¡¡¡Como esos locos que salen a mirar pájaros!!!”
El primer tramo de arroyo no nos deparó avistajes, sólo las huellas recientes de algunos carpinteros sobre los troncos de algunos árboles, según nos explicó Laura. Mientras tanto más observadores se fueron sumando a la salida, los que aparecieron medio perdidos entre el bosque. Luego decidimos hacer una mateada con almuerzo-merienda incluida, sobre el gran mantel de cenizas dejadas por el Puyehue. Algunos passeriformes no dejaban descansar a nuestros binoculares y cámaras fotográficas ya que cautivaban nuestra mirada y atención mientras revoloteaban entre arbustos vivos y secos. Por supuesto que se trataba de los infaltables Cabecitanegras y Comesebos Patagónicos. Estos últimos dieron pie para que parte del grupo discutiera, con guías en mano, sobre las diferencias con las hembras de los Comesebos Andinos (Phrygilus patagonicus y P. gayi ).
Emprendimos la retirada por la costa del río Casa de Piedra. De pronto aparecieron tres Carpinteros Gigantes que, a diferencia de nosotros, cruzaron el río sin problemas ubicándose sobre unos Coihues. Los dos machos y una hembra, nos mostraron su típica tarea de buscar alimento recorriendo y golpeando los troncos. ¡Qué alegría despiertan estas aves! Verlas siempre es asombroso: su tamaño, su colorido, su comportamiento familiar en este caso. Sin duda son aves emblemáticas de los bosques andino-patagónicos.
Finalmente, transitando por las calles del barrio, rumbo a la búsqueda de los autos, nos sorprendieron dos Camineras Coloradas, muy hambrientas parecían, ya que picoteaban afanosamente el suelo en búsqueda del alimento que el ambiente estepario ahora no puede brindarles. Vimos claramente dos razones para llamarlas así: “caminan” marcando un confiado paso a paso o, más bien un notorio “pata a pata” y muestran los flancos bien “colorados”.
Nuestra lista parecía no acabar ya que tuvimos que completarla con Tordos Patagónicos, Remolinera Araucana, Diucas, Chimangos, Gaviota Cocinera, Gorriones. Igualmente va la lista aparte para contar las 21 especies observadas.
Otra salida de invierno que nos permitió observar a las aves residentes y su comportamiento frente al frío.
Un agradecimiento muy especial a la investigadora Laura Chazarreta que, además de coordinar el COA, nos compartió sus saberes a medida que caminamos. También a los guías, como Liliana, Yolanda, Claudio, que fueron sumando datos interesantes a medida que avanzábamos y así aprender más y más sobre las aves. Y al resto de los participantes que con sus preguntan y comentarios enriquecieron los avistajes.
Gracias a todos por la buena onda y también a los nuevos observadores que nos visitaron.
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